Accésits

Rehabilitación de la Bodega Pedro Leivas – Riotorto (Lugo)

Autores: Manuel Eduardo López Vázquez y Belinda Yepes Jiménez

El encargo, el reto, fue a recuperar y convertir un antiguo espacio, casi que irreconocible a causa de la maleza, de los derrumbes y de las descuidadas labores de conservación en una bodega para la elaboración artesana de sidra con los manzanos de la propiedad.

Mirando bien, encontrabas un espacio mágico: una era rodeada por una muralla de mampostería, con el hórreo tradicional conformando la entrada.

Porque también hay que acercarse con humildad a las arquitecturas más sencillas y populares. Arquitecturas sin maestro, sin autor pero, a causa de la necesidad, bien apegadas al medio. Respetuosas con el paisaje y con el ecosistema, efectivas para tornar el agua y dar confort y protección a bestias y hombres; sostenibles en la economía de los recursos. Es el milagro de su implantación en el difícil terreno de Espasande de Arriba, sin forzar la naturaleza, sin alterar los equilibrios.

Así que el primer trabajo de los arquitectos consistió en estudiar, dibujar lo que fue, aprender de los viejos que ya no están, interpretar sus secretos y dejarnos atrapar. Bien es cierto que los que proyectamos la recuperación del patrimonio no somos meros espectadores. Pero hace falta evitar estridencias y protagonismos. El proyecto de la bodega Pedro Leivas entierra lo nuevo y recupera lo viejo. Mas no buscando la estrategia de camuflar, sino la estrategia de entender y de continuar. Porque la solución en semisótano ya fue la primitiva, con los muros de mampostería haciendo contención de la era y de la finca superior.

Fue fácil comprender el secreto de los maestros que concibieron la bodega. Con sus manos no pudieron excavar la tierra, pero con nuestras máquinas pudimos hacer el sitio de la bodega soterrada y del taller, sin alterar la vegetación de los bordes, sin talar el manzano del muro, sin modificar los cursos de agua y sin generar residuos. La huella en el entorno, en el paisaje, en el ecosistema, y en la arquitectura popular fue mínima. De manera que, después de la ejecución cuidadosa de la obra, todo parece estar como siempre. No es poco.

Aprovechar el terreno
La intervención no solo recuperó las construcciones, también las puso en valor cambiando su uso mediante la implementación de la ingeniería de los procesos de la bodega artesanal.

Se diseñaron todos los mecanismos para hacer fácil la producción artesanal de sidra. Desde el principio, comenzando en los manzanos de las empinadas fincas, economizando en el transporte y aprovechando la elevación de la era superior.

Luego del reposo al fresco, la manzana se selecciona y se lava bajo el “pendello” abierto, se tritura en el molino, cayendo directamente al depósito de maceración que conecta con el lagar de prensado lento, ya en el taller inferior. De allí, el mosto se canaliza a los depósitos en la bodega soterrada, en la que no hará falta implementar ningún sistema de climatización artificial para mantener la temperatura siempre constante alrededor de los 18 grados.

El único residuo, la “magalla”, se composta para abono de los manzanos. La fuerza de la gravedad, la arquitectura bioclimática, la xeotermia natural, la organización eficiente de los espacios, así como la gestión circular de residuos, consiguen los objetivos propuestos.

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