Defensor de iniciativas de tipo cooperativo, este profesor de dirección y planificación de empresas forestales en la Politécnica de Lugo urge a reequilibrar los presupuestos de extinguir incendios en favor de medidas silvÃcolas preventivas. Le preocupan las zonas de montaña, donde muy poca población está ya en edad de trabajar, pero cree que las mancomunidades de montes vecinales (un tercio de la superficie forestal privada) aporta formas modernas de economÃa local y dinamización social.
-Se anuncia una nueva ley de montes vecinales en mano común, ¿qué deberÃa cambiar?
-La ley 13/89 actual es válida, pero creo que habrÃa que modificar la condición de comunero, lo que obligarÃa a cambiar también la ley de derecho civil de Galicia, pues establece que para serlo hay que tener casa abierta y residir de forma continuada por lo menos diez meses al año. Esta peculiaridad es demasiado estricta para muchos que viven en la montaña ourensana o lucense. Los meses de clima más duro residen temporalmente fuera de la comunidad.
-El monte vecinal ya no se usa como antaño ni es igual en los distintos territorios
-También en él rigen las dos Galicias: la costera y rica, repoblada con especies de crecimiento rápido; y la interior, pobre y con especies de crecimiento medio y lento. Pero el problema no es el urbanita que tiene su segunda residencia en «el campo», ni el gran número de comunidades de montes en Lugo y Ourense donde la media de edad de sus comuneros supera con mucho los 65 años y que por problemas de salud pasan parte del año fuera.
-¿No siguen muy lastradas por pleitos y deslindes sin resolver?
-La clasificación y deslindes, como dice la ley, deberÃan ser preferentes, librarÃa a las comunidades de muchos trastornos y creo que serÃa una buena medida preventiva de los incendios pues una base de la red de fajas de gestión de biomasa se podrÃa situar en los perÃmetros de los montes vecinales. Los pleitos sobre propiedad lo único que acarrean son gastos. La judicatura y la ConsellerÃa responsable de la protección y gestión cautelar de montes vecinales, deberÃan establecer protocolos para posibles avenencias inmediatas, y para casos de no avenencia, con la presentación de pruebas por las partes.
-¿Hay mucho sin reconocer?
-Es difÃcil dar una cifra. Antes habrÃa que revisar cuantas de las 2.800 comunidades son realmente vecinales, pues se da en algunos lugares que montes proindiviso se han clasificado como vecinales, y montes vecinales se han individualizado, infringiendo lo establecido en el artÃculo 2 de la ley, donde se dice que son indivisibles, inalienables, imprescriptibles e inembargables. AsÃ, la posesión, aunque sea pacÃfica, no es suficiente motivo para otorgarle a un particular la titularidad del terreno.
-Pero ocurre, lo delata el paisaje y algunas sentencias
-El territorio muestra lo aprovechado de forma consuetudinaria y aquello individualizado. Habrá que ver si este realmente es asà o son usurpaciones del monte vecinal en mano común. La única solución que veo válida es aportar documentos que reflejen la propiedad, no la posesión por parte de los interesados.
Fuente:La Voz de Galicia