El Xardín do Recordo del Pazo de Faramello en memoria de las víctimas de Angrois inicia su camino con la plantación del primer árbol en una emotiva ofrenda

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Responsables del proyecto y el dueño del pazo.
Madre de una de las víctimas durante la plantación del árbol que recordará a su hija fallecida.

Oleiros, 24 de julio de 2014.– El grupo de investigación de la Escola Galega da Paisaxe de la Fundación Juana de Vega ha diseñado el proyecto paiajístico para el Xardín do Recordo, presentado esta mañana en el Pazo do Faramello, en el municipio de Rois, con el objetivo de rendir homenaje a las víctimas del accidente de tren de Angrois. Este proyecto paisajístico donado por la Fundación para la ejecución de este parque, se ubica en un entorno privilegiado, situado en el final del Camino Portugués, en una parcela de 7.200 metros cuadrados cedida por el propietario del pazo, Gonzalo Rivero de Aguilar, para su uso y visita ciudadana.

En el acto estuvieron presentes el propietario del pazo, así como el director de Relaciones Institucionales y Parlamentarias de la Xunta de Galicia, Gonzalo Ordóñez, en representación de la administración autonómica. Además, junto con el presidente de la Fundación Juana de Vega, Enrique Sáez, y el director de la entidad, José Manuel Andrade, se encontraba la directora de la Escola Galega da Paisaxe, Isabel Aguirre, que explicó los detalles del proyecto. Todos juntos arroparon y rindieron emotivo homenaje a la familia de una de las victimas del accidente, Laura Naveiras Ferreiros, de 21 años, cuya madre colaboró en la plantación del primer árbol y colocó la placa con el nombre de la joven fallecida en un emotivo acto, que culminó con música gallega y una ofrenda floral.

El diseño consiste en un recorrido ajardinado en el que se plantará un árbol en representación de cada una de las víctimas, y donde figurará también una placa representativa con sus nombres. Este lugar es de muy fácil acceso ya que se trata del último pazo que existe antes de llegar a Santiago de Compostela por el Camino Portugués. Explicaba Isabel Aguirre que el espacio nace con la voluntad de servir como recorrido espiritual en el que se pueden recordar a los seres queridos e ir curando las heridas. El jardín está situado en dirección norte-sur en la cota más elevada del pazo. La elección del árbol, de la especie conocida como «árbol del amor», responde a su contenido simbólico y a su estructura, con hojas en forma de corazón. Además del paseo de arboleda el espacio incluirá un área de acogida para reunión de grupos de visitantes o familias, recubierto de hortensias y azaleas, grandes protagonistas de la flora de los pazos gallegos. Además, se reservará una parte didáctica para que los niños conozcan las técnicas de trabajo de la tierra. Por último, se creará un jardín en movimiento dejando que la naturaleza vaya evolucionando de manera espontánea. El espacio linda con el camino que lleva a la piedra de meditación a la orilla del Río Tinto.

El pazo está abierto a las visitas y a la celebración de eventos, y es un enclave cargado de belleza natural y de historia. Estanques, fuentes, canales y pozas naturales se fusionan con la piedra de este pazo, antigua fábrica de papel, la primera de Galicia, con que cumple este año su tercer centenario. El espacio cuenta con más de dos hectáreas de jardines franceses decimonónicos en perfecto estado de conservación. En cuanto al edificio, data de comienzos del siglo XVIII y es de estilo barroco compostelano civil, con marcadas influencias italianas que delatan en origen genovés de su fundador, el marqués de Piombino.

De este pazo, construido sobre el cañón del río, abundan las referencias históricas y literarias, siendo referencia de ilustres escritores gallegos como Rosalía de Castro, Emilia Pardo Bazán o Camilo José Cela. Además, el legendario castro celta de la Reina Lupa se encuentra situado en los márgenes de la finca, que fue escenario de la «traslatio» del Apóstol rumbo a Compostela y sirvió de residencia estival del Rey Alfonso XIII y Luis de Baviera en sus visitas a Santiago.

El propietario de este bello y emblemático enclave del Camino Portugués ha cedido más de 7.000 metros cuadrados de terreno para la construcción de este jardín, cuyo proyecto paisajístico ha sido realizado y donado por la Escuela Gallega del Paisaje de la Fundación Juana de Vega.

La madre de Laura Naveiras Ferreiros, de 21 años y fallecida en el accidente, plantó el primer árbol, que lleva el nombre de su hija, en un emotivo acto que se cerró con música y con una ofrenda floral

El objetivo de este jardín es recordar y rendir homenaje a las víctimas del accidente de tren, cuyos nombres figurarán en una placa conmemorativa. Cada uno de ellos estará representado por un «árbol del amor», especie elegida para el bosque.

Este jardín se ha situado en una zona de fácil acceso en un entorno privilegiado cargado de historia y belleza natural.